La Desolación de la Indiferencia
Una de las mayores personalidades de Fruits Basket, Souma Ayame, visita la casa de Shigure. Viene con melocotones frescos e invita a Yuki y Tooru a visitar su boutique de ropa.
A pesar de lo molesto que es para él encontrar a su hermano mayor, Yuki quiere intentar comprenderle mejor, así que para sorpresa de Ayame, acepta la oferta.
A pesar de una fachada anodina y un cartel algo sospechoso, la tienda en sí es bastante sencilla. Venden artículos de costura y artesanía, pero Ayame también ofrece un servicio discreto de sastrería «a medida» para satisfacer cualquier gusto (por ejemplo, travestidos/drag/fetiche/etc).
Ayame está en la parte de atrás cuando Yuki y Tooru llegan, pero son recibidas por la encantadora compañera de Ayame, Kuramae Mine- Voz ¡Iguchi Yuka!
Aunque estoy seguro de que Yuki se alegró de que Tooru le acompañara, la conclusión es que no llegará a ninguna parte en sus esfuerzos por aprender más sobre Ayame a menos que los dos se sienten juntos a solas y tengan una conversación adecuada. Eso significa que Mine lleva con gusto a Tooru a la parte de atrás y los sujetos la tratan con su amplia reserva de elegantes vestidos.
Cuando Tooru se lamenta de oír a los hermanos pelear, Mine le asegura que pelear, en su caso, es bueno, significa que reconocen la existencia del otro.
Habiendo presenciado mucho de esto con Yuki y Kyou, Tooru entiende que cualquier comunicación es buena sin importar cuán agresiva sea inicialmente, porque ese es el primer paso difícil para entenderse.
Yuki está de mal humor para empezar, ya que esa misma mañana se despertó de un sueño en el que su madre le preguntaba por qué es importante si es un instrumento. La tensión entre él y Ayame se disipa cuando Ayame baja sus grados de carisma y permite que un lado más sensible y reflexivo salga a relucir.
Ayame lamenta cómo trató a Yuki en el pasado, sobre todo porque fue una ausencia de sentimiento, una existencia de nada, sin amarlo ni odiarlo. Yuki era parte del trasfondo de su vida, y la única vez que Yuki le pidió ayuda, le dio una bofetada como si fuera un mosquito.
Ayame no se dio cuenta de cuánto contribuía a la miseria de Yuki hasta más tarde en la vida, cuando ya era demasiado tarde para deshacerlo. Le invadió el temor de que Yuki le aplicara la misma indiferencia total que le había aplicado a Yuki.
La costura se convirtió en su forma de demostrar que era más que una herramienta, sino alguien capaz de crear algo que de otra forma no habría existido.
Está claro que Mine jugó un gran papel en ayudar a guiar a Ayame a esta vocación, lo que a su vez le ha llevado a su felicidad y a su deseo de enmendar el deshilachado vínculo con su hermano, y a perdonarse a sí mismo.
Cuando Yuki oye hablar a Ayame, no puede evitar ver un paralelismo con el jardín al que tiende: dejar su huella en la tierra; mostrar que existe y que puede crear.
Pero no son sólo los vestidos o las plantas los que no pueden existir sin Yuki y Ayame, respectivamente. Son las personas que tienen a su lado las que les permiten ser la mejor versión de cada uno. Mine es la Mine que es en parte gracias a Ayame, y viceversa.
Lo mismo ocurre con Yuki y Tooru, que emerge de la espalda con la Mine resplandeciendo en una obra maestra pura y hermosa. Mientras tengan a esa gente, y a los demás, en sus vidas, nunca serán sólo herramientas, vagando solos por el desierto de la indiferencia.
Siempre habrá momentos en los que Yuki y Ayame no se pongan de acuerdo, no se vean cara a cara, o incluso no entiendan por qué están haciendo o diciendo algo.
Pero como dos hermanos discutiendo, el hecho de que puedan identificar diferencias significa, por definición, que no son indiferentes el uno con el otro. Y como montañas de ropa sucia, alcanzar la comprensión significa dar un pequeño paso a la vez.
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